sábado, 16 de julio de 2011

Nosotros.

No pruebes a pedirme perdón. Porque estoy harta de tener que ser yo la que ceda. Nuestra historia está plagada de pequeños enfados, sin importancia, pero estoy cansanda. ¿Por que no empezamos de nuevo? Hola, encantada. Quiero confiar en ti, dicen que la confianza, una vez que se pierde no se recupera, yo no sé si he dejado de confiar en ti, pero podemos probar. Dices que esto no volvera a ser lo mismo, no solo lo dices tú, me lo ha dicho mas gente, pero quiero desafiar las reglas una vez más, y a lo mejor, sale bien y todo.
Si no quieres hacerlo por ti, hazlo por mi, o porque en algún momento existió un nosotros.

No sé como voy a quererte.

Me dijiste: Me gustas, me gustas mucho. No supe que responder. No supe si besarte, o dejarlo para luego. Si lanzarme a tus brazos, o dejar que delante de nosotros pasara la señora que se había quedando mirando.
No sabía si mantenerte la mirada, o quitarla unos segundos, quería dejarme llevar, pero estaba demasiado pendiente de qué hacer. Quería tenerlo todo controlado, creía que controlaba la situación, pero no controlaba nada, empezando por los latidos de mi corazón. Quise decirte que yo también, pero me di cuenta de que eso ya lo sabías. No había mucho más que decir, pues.
Me cogiste de la mano, y me llevaste contigo. No tengo manual de instrucciones, no se como llevar esto a buen camino.
No sé como voy a quererte, pero ten por seguro que lo voy a hacer.

Ese olor a café.

Y he decidido que no voy a vivir sin ti. Sin verte cada mañana cuando me despierte y tú me digas buenos días con esa sonrisa. Sí, esa, cuando me ves feliz al observar el café recién hecho encima de la mesa la mañana del sábado. La que vestías el día que nos conocimos.
También, he decidido que no pienso seguir sin tus tomaduras de pelo o tus cambios de humor repentinos. Sin tus perfectos desperfectos. Sin tus ojos, formando una armonía con todo lo demás. Porque no eres perfecto, pero eres perfecto para mí. Como un traje hecho a medida. No, mejor. Porque un traje no puede sorprenderte y yo, he decidido que no voy a seguir viviendo sin que me sorprendas cada día un poco más.
Y dirás, ¿Para qué, si seguro que puedes conseguir alguien mejor que yo? Puede, pero ahora que te he conocido, ni siquiera tengo ganas de intentarlo.

Rabia.

Sé que en algún momento tendré que salir de mi escondite, tendré que mirarte a la cara. Soportar tu sonrisa, cuando yo tengo ganas de llorar. Contemplar tus ojos, ajenos a los mios. Se que algún día tendré que hacerlo, pero mientras, sigo intentando crear una barrera con el resto del mundo.
Sé que escondiéndome no voy a conseguir nada, pero no sé porque sigo aquí. Quizá porque pienso que si salgo, tampoco conseguiré nada, o simplemente, me falta tu apoyo ahí fuera, pero tú, sigues a lo tuyo.

viernes, 15 de julio de 2011

Si estuviera en mi mano, siempre serías feliz.

No tengo razones aparentes para escribirte hoy este texto, no es año nuevo, ni tu cumpleaños, ni ninguna de esas cosas por las cuales la gente se acuerda de uno. ¿Pero acaso tengo que tenerlas?
Si es que cualquier cosa me recuerda todo lo que hemos pasado juntas, estar sentada en esta silla, mirando nuestras fotos, escuchando cierta canción que alguna vez escuchamos o simplemente leyendo las miles y miles de cartas que tenemos de hace tiempo ya, y de no hace tanto.
No puedo presumir de conocerte de toda la vida, pero como si lo hiciera.
Si es que en el fondo, piénsalo, puede que nos separemos a veces, que nos distanciemos, pero siempre acabo persiguiéndote para que no te escapes, y creo que ya has comprobado que es muy difícil escapar de mí, tu te lo has buscado, maja.
Y estoy aquí sentada recordando todo lo que hemos pasado, todas las noches, las tardes, los videos, las llamadas, las risas, los llantos, las depresiones y todo lo que nos queda. Me apetecía darte las gracias. ¿Por qué? Ya lo sabes.
Por todo.
Y que te mereces ser la persona más feliz del mundo y si estuviera en mi mano, siempre lo serías. Pero como no está, solo me queda apoyarte y sacarte alguna de esas sonrisas tuyas que le alegran el día a cualquiera.

jueves, 14 de julio de 2011

No he hecho un estudio de las posibilidades.



Esta noche he soñado que venías a buscarme. Que me llevabas a cenar, que a la luz de la luna, al lado del mar, me decías que me querías, que íbamos a estar juntos para siempre. Que jamás me ibas a olvidar. Después me besabas, y me quedaba apoyada en tu hombre un ratito más. No sé si se podrá llevar a cabo, no he hecho un estudio con las posibilidades. Pero creo que vale la pena intentarlo. ¿Y que haré ahora? Bueno, es sencillo. Ahora tengo una excusa para que me acompañes a casa esta noche. Luego, ya veremos. Eso es un juego, la segunda parte de alguna historia anterior. Porque yo no tengo esa manía estúpida de poner punto y final... Sin saber que vendrá.

Si me pinchas, sangro.

Intento no deprimirme cuando me da por recordar su dedo dibujando en mi pierna, su manía por llevarme la contraria, sus discusiones estúpidas, sus chistes malos o como tenías que explicarle las cosas mil veces. Como conseguía callarme con un beso de la manera más bonita, cuando se motivaba él solo y tenías que decirle que callase, cuando me decía que era lo más bonito que tenía o cuando yo le preguntaba que que le pasaba y él me respondía que yo, que yo era lo que le pasaba. Como me cogía la mano y me miraba y como yo me perdía, y dejaba de escuchar lo que me decían. Como me abrazaba por detrás y me susurraba que le prometiera que nunca me olvidaría de él, y que se quedaría así por siempre.

Sí, joder, nada de eso he olvidado, y nada de eso me da igual, aunque lo parezca. Soy un ser humano, no soy perfecta, aunque a veces pretendo serlo, para que negarlo. Pero es que no tengo un concepto claro de lo que es ser perfecto, y entonces es jodido.
Perfecto, ¿Insensible a todo, para que nada me afecte, o totalmente sensible, percibiendo todo lo que pasa a mi alrededor? Se supone que si esos son los extremos, y lo mejor es el término medio, ser perfecto tendría que estar entre esos dos términos, pero, ¿Dónde?

Es imposible ser perfecto, joder, soy un ser humano, y por mucho que quiera, si me hacen daño, me afecta y si me pinchas, sangro.

Algo así como respirar.

Siempre había soñado con tener un amigo de esos con los que poder quedarte hasta las tantas hablando, sin que hubiera un silencio, porque puedes compartir hasta lo que no compartes ni contigo mismo con él. De esos que con una mirada te comprenden y además, te dicen: Tranquila, tengo un plan.
Un plan descabellado, imposible, divertido, si, que probablemente no se lleve a cabo, pero que te saca de una deprimida tarde de invierno.
Uno de esos que cuando todo va bien vienen y saltan encima de tu cama contigo, y cuando todo va mal te hacen ver que todo no es blanco o negro, que no hay que echar de lado otros colores, que por mucho que la gente ame al blanco o al negro, siempre te quedará otra alternativa.
Uno de esos que te hace leer entre líneas, que no te dice que te quiere pero lo sabes, que se queda contigo mirando a ninguna parte, que comparte desde un boli hasta su cama.
Con el que saltar, el que cantar por la calle sin que te importe a donde mira la gente, porque tienes su apoyo.
Y que acaba convirtiéndose en algo así como respirar, porque lo necesitas para seguir viviendo.

Más falsa que un billete de siete euros.

La falsedad en este mundo está bastante más extendida de lo que a mi me gustaría. Pero no podemos pedir que todo el mundo sea auténtico, porque eso nunca, en toda la historia de la humanidad ha ocurrido. No pido tampoco que seamos unos santos, que no digamos una mentirijilla de vez en cuando.
Solo pido que cuando vienes a darme dos besos, quites esa cara de asco, y si no, no saludes.
Porque tengo armas para luchar contra ti. Porque a ti no te queda nada más que cuatro "colegas" , y a mi, me quedan bastantes amigos de los de verdad, quizá, porque me los he ganado más que tú. 
Porque yo antes me quedaba calladita, esperando, contemplando desde una esquina. Pero ya no es así.


Yo siempre he creido que el cerebro tiene dos partes. La que decide actuar, y la que, despues de haberlo hecho, se arrepiente. Y yo he logrado hacer callar a la parte pesimista de mi cerebro.

miércoles, 13 de julio de 2011

Un beso bajo la tormenta.


Me acarició la mejilla y eso me dio fuerzas. Me levanté y me fui a quitar la chaqueta.
-Hace demasiado frío, ¿No crees?-Así que cogió y me la volvió a poner. La puso con tanto cariño que me giré para decirle algo, pero al mirarle a los ojos sentí un calor tan cercano que me sobrecogió. Algo que me hacía sentir feliz, algo que me decía que él estaba echo para mí. No sé que pasó exactamente, no sé si fue la situación, la lluvia, pero me dejé llevar. Y acabé besándole debajo de la tormenta.

Sin rastro de nosotros.

Lanzaste un misil contra mi corazón, y acertaste de pleno. El problema es que la herida que mi hiciste no sangra, por lo que no la puede curar ningún médico. Y tú sigues ahí viéndome sufrir, sin darte cuenta de que eres la unica medicina. Y no, no te das cuenta. Y esto es la guerra. 

Declarada ayer por el vicepresidente de ninguna parte, la guerra acaba de comenzar. Nadie sabe porque se ha empezado este conflicto bélico, los medios de comunicación no tienen para informar. Nadie sabe nada. Esto es tú o yo. Pero me he cansado. Me he cansado de esperar al otro lado de la barrera.
He sido lo que tu querías, tenía decidido que si tu me pedías que fuera tu amante, lo sería, tu amiga, lo sería. Si me dices ven, lo dejo todo.

Pero la paciencia no dura para siempre. Abandono, retiro mis armas y en el momento que sepas apreciar un nosotros me llamas.

martes, 12 de julio de 2011

Porque para eso están los amigos.


En esta sociedad lo que vale son los hechos y no las palabras.
Que por mucho que digas, por mucho que chilles, no vas a tener mas razon.
Y por eso siempre voy a estar ahí, para demostrarte, que mis palabras, no son en vano. Porque para eso están los amigos. ¿No?
Podría decirte todo lo que se dice la gente, que me vas a tener para lo que necesites o para lo que quieras. Que siempre vas a tener un hombro en el que llorar, que siempre tendrás una sonrisa cuando no quede nada más que decir o un café, una copa o simplemente un vaso de agua en el que ahogar las penas conmigo. Que en la oscuridad siempre queda una luz y que yo soy la adecuada para recórdartelo. Que todos los momentos que hemos pasado juntos han sido los más bonitos y todo eso. Pero ¿Para qué? Si eso ya lo sabes.
No tengo que estar recordándotelo. No te voy a escribir un testamento porque ni yo tengo ganas de escribirlo, ni tú de leerlo. Solo quería darte las gracias por todo, una vez más y que recuerdes que en algún lugar, siempre hay alguien acordándose de ti.

Algo que me pueda devolver la cordura.

En la soledad de tu recuerdo busqué algo que pudiera devolverme la cordura. Aquellos días fueron como una tortura. Una gota callendo, una y otra vez, esperando volverme loco. El otoño dejó paso al invierno, el amor dejó paso al olvido. Y aquí estoy yo, contemplando como la última hoja va cayendo lentamente, igual, que nosotros.

Hagamos un trato.


¿Alguna vez te has planteado hacerte pirata? Como yo. Así podríamos surcar los mares juntos, sentir la brisa en la cara por la mañana. Chillar: ¡Arriad las velas! Aunque no conteste nadie. Porque para eso está el mundo. Para inventar fantasías y vivirlas, sentado en la silla de aquel bar, junto a mi. No te arrepentirás. No te pido una vida junto a mí, ni siquiera que me firmes un contrato. Solo te pido un capítulo de tu vida, un álbum con momentos para recordar y luego comentar, cuando cada uno esté por su lado, en alguna tarde con amigos. 
No te pido que me llames todos los días, ni que te agobies por mí, solo te pido que me dejes vivir contigo algo más que una simple amistad, que crucemos el mundo de la mano.
Hagamos un trato. Mi felicidad por tu tiempo, y luego quizá, pueda ser al revés, y en algún lugar recóndito, llegaremos a ser felices.

Decir te quiero sin que tú lo oigas.


¿Alguna vez has probado a esconderte en un armario? A contemplar sin ser visto. Escuchar y que nadie te regañe. Probar a sacar tus propias conclusiones, imaginar mi destino unido al tuyo. Y sin que nadie te moleste. Poder morderte las uñas, llorar, reir, hablar en susurros. Decirte que te quiero sin que tú lo oigas.

lunes, 11 de julio de 2011

Un sueño prohibido.


No lo digas, es un sueño prohibido.

Vale, puede que se duerma mientras yo hablo, puede que a veces me desespere, que chille por su culpa, que se ría de mi, de mi musica, pero es que es el el que siempre me escucha, el que está ahí para recordarme que no merece la pena, que debería ser más egoísta, que da igual lo que digan de mí, mientras yo sepa que está bien hecho.
Es él al que llamo cuando una cosa me trae de cabeza, es él al que llamo cuando estoy a punto de llorar, cuando el mundo se me cae encima..
Es él al que llamo cuando la vida me sonríe, cuando me ha pasado algo que clasificaría como bueno, cuando me aburro, o simplemente cuando quiero reirme.
Es él en el  primero que pienso porque le quiero, y quiero despertarme a su lado cada mañana, pero él nunca lo sabrá, pues es un sueño prohibido.

Mirarte sin verte.


Nunca iba a volver a ser lo mismo. Jamás iba a volver a verle. A volver a verle en teoría, porque fisícamente seguía estando allí. Pero una vez más, se iba alejando, más y más. Aunque pudiese tocarlo con la mano. Porque yo le quería, pero él a mi... NO.

La eterna división entre optimistas y pesimistas.


El mundo está dividido en dos partes.
Los optimistas y los pesimistas.
El optimista es aquel que dice: Las cosas no me han salido bien esta vez. Lo sé. No em gusta, ni me alegro de ello, pero quizá la felicidad no esté aquí, si no en ese rincón.
No es, ni más ni menos, el que acepta la realidad, la sopesa y busca la felicidad en otro lado.
El pesimista es aquel que dice: Me ha salido mal. Ya nada tiene sentido. 

Y es que una persona pesimista no es más que un vago camuflado. Que no quieras hacer nada, ni buscar la solución, escondido detrás de un: "Está todo perdido."

domingo, 10 de julio de 2011

Bésame, luego, asume las consecuencias.



Quizá crecer es solo eso, admitir las consecuencias. Con esa afirmación se podría deducir que mucha gente de la que conozco era más madura antes que ahora. Como aquella vez. Te dije que me gustabas, me cogiste de la mano y nos fuimos a jugar. Ahora no lo harías. Al igual que la proporcion de nuestro cuerpo, crece el riesgo de estropearlo todo. Porque quizá tú no quieras aceptar las consecuencias esta vez, y harás todo lo posible por borrar de tu mente la imagen de tu mano y la mía. Porque te da miedo asumirlo.

Baby, la vida es mucho más sencilla sin preocuparme por ti.

Aquel día, esperándote en aquel bar, conocí a un chico. Era más educado que tú, mas simpático, y, sobretodo, más guapo. Me invitó a tomar algo, y, cariño, compréndelo, llevaba más de una hora esperando, creyendo que no te importaba. Ahora lo comprendo. Era cierto que no te importaba.

Que a mi ya me das igual.

 Te miré. Te observé atentamente todos los días que pasaste a mi lado.Me senté contigo, mantuve la mirada con la tuya más de diez segundos. Me reí contigo, lloré por ti. Me comí la cabeza en silencio, esperando que tú me llamaras. Hacía que tus chistes malos parecieran buenos. Te invité a comer y te di apoyo cuando lo necesitaste. Un día te dije que te quería.
No me dirás que no intenté estar contigo.
Lo intenté, pero hay cosas que solo suceden en las películas.