miércoles, 19 de octubre de 2011

Do you really want to live forever?

No te pido que estés siempre conmigo, aunque en este momento no me importaría hacerlo. No te pido tampoco que me digas que me quieres por si se me olvida. No te pido mucho, ni siquiera que te desvivas por mí, soy feliz con poco. Con estar contigo.
Lo que sí te pido es que me quieras. Y sabiendo que me quieres, sé que te vas a desvivir por mí y me vas a recordar lo mucho que me quieres con hechos y con palabras.
Lo único que  no te exige el quererme es la parte de estar conmigo para siempre. Quiero ser feliz contigo, que dentro de unos años mires esa taza que te regalé, o esa foto en la que tienes esa sonrisa tan bonita... y me recuerdes con cariño.
Puede que de aquella estemos todavía juntos, o puede que no. No te prometo un cuento de hadas ni un final de película. Sobre todo porque no creo en los finales. Después de una historia siempre viene otra, y cada una hay que vivirla poniendo toda la carne en el asador, porque ninguno vamos a vivir para siempre, ni siquiera lo pretendo ni lo aceptaría aunque se me ofreciese.
Te prometo mi felicidad por tu tiempo, y viceversa, y te juro que no voy a ser alguien a quien recuerdes con amargura.
Que no quiero ser toda tu vida, solo tu parte favorita.

domingo, 16 de octubre de 2011

No soporto que seas el motivo II.

23 de Marzo, sin más. Llueve. Los cristales están empañados, me da pereza hasta subir la persiana. Es Sábado, pero todavía no tengo planes. Son las doce de la mañana y todavía no me he levantado.
Mierda, llaman al timbre. Haré como que no he oído nada. Me froto los ojos. Otra vez el timbre, bajaré a abrir.
Abro la puerta y aparece un gran ramo de flores, me supongo que detrás del ramo habrá alguien, así que digo "Oh!" esperando una respuesta al otro lado.
Debe ser una expresión que los repartidores de flores oyen mucho, pues ni se inmutó. Me sonrió cortésmente y extendió la mano esperando una propina. Estaba tan dormida que ya no recuerdo que le di, pues cerré la puerta seguidamente.
Dejé el ramo en la cocina y fui a lavarme la cara. "Dios mío." pensé, al darme cuenta con que fachas había abierto la puerta. Ya no hay remedio.
Busqué en el ramo una tarjeta o algo que pudiese explicar su existencia y encontré una que decía:

"Necesitas estar conmigo porque te conozco y sé lo que te hace feliz. Déjame adivinar, levantarte no antes de las doce un sábado y desayunar café y el bollo del día de tu panadería favorita. Lo sabía, lo tienes todo en el buzón, todavía conservo la llave. David."


No sabía si reirme o llorar. Bajé las escaleras hasta el descansillo rezando porque nadie me viese y sonriendo como una colegiala que se está escapando de casa para ir a una fiesta.
Abrí el buzón y touché, allí estaba todo bien guardadito, café todavía caliente de mi cafetería favorita y una ensaimada de la panadería de Clara.
Me reí, es cierto, me conocía, pero eso no era razón suficiente. Yo ya no le quería. Pero, por una vez más me deje llevar y disfruté de mi desayuno improvisado escuchando llover la mañana del 23 de Marzo.