Son suaves, son tranquilidad, son risas, son saber que te quedarías toda la vida en sus brazos, son caer en la rendición de pasarte la vida dejando que te bese el cuello. Como las olas del mar cuando solo sopla una suave brisa.
Pero también son emoción, son pasión, son dejarse arrastrar, es dejarse llevar, es querer como no quieres en ninguna otra ocasión. Es vivir con tanta intensidad que te asusta, es irse metiendo poco a poco en el mar, dejarse llevar por la marea, metiéndose cada vez más y más dentro sabiendo que cuando se quite el sol tienes que regresar a la orilla.
Son bonitos, excitantes, son una historia condenada a un final desde el principio.
Son miedo, miedo a que el verano termine, miedo a no volverse a ver, angustia, son ganas de quedarse, de que el tiempo se pare y no vuelva a correr. De quedarse mirándose el uno al otro mientras las olas del mar hacen de las suyas.

Y al final el momento llega, y vuestros caminos se separan sin que podáis evitarlo. Y te das cuenta de que todo el verano llevas alimentando algo condenado desde el principio al fracaso.
Pero, ¿Acaso te arrepientes?
Me ha encantado! Es precioso, define eso que todos hemos sentido en algún momento...
ResponderEliminarGracias por compartirlo, me has alegrado la tarde...
Un beso, y sigue escribiendo así!
Gracias a ti por leerme y por comentar, muchísimas gracias, estas cosas son las que me animan a seguir escribiendo :)
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