viernes, 8 de julio de 2011

Volver a empezar.

Era 21 de Septiembre. Mañana entraba el Otoño. Las ocho de la mañana y yo, siguiendo mi rutina habitual, me enfundaba en unos vaqueros y salía medio corriendo de casa, por inercia.
Caminaba mirando al suelo camino del instituto. Tuve un lapsus. Dios sabía por qué, me sentía un poquito más feliz esa mañana. Una margarita se cruzó en mi camino. Tuve el repentino deseo de hacer el ya gastado: Me quiere, no me quiere.
En alto, y sin ningún pudor, comencé a recitar la letanía. “Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, me quiere… “ Y llegué al último. Definitivamente no me quería.
Que le íbamos a hacer. Mi ánimo decayó.
Y, saliendo de Dios sabe dónde, apareció.
-Si buscas bien, te darás cuenta de que las margaritas guardan un pétalo de reserva para los casos desesperados.- Me dijo con una sonrisa. Me froté los ojos dos veces. Sí, era él. Había vuelto.

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